miércoles, 13 de julio de 2011

El Teatrito vs el teatro de la crueldad.





EL TEATRITO Y EL TEATRO DE LA CRUELDAD


José Cueli señala que aquellos seres humanos socialmente arrinconados sufren un doble exilio: el de la exclusión del grupo al que arriban con quien no comparten ni las simbologías, ni la textualidad, y el otro, que pesa y gravita sobre todos nosotros: el del teatro de la crueldad.

Es en contra de ese teatro de la crueldad, en coincidencia con Antonin Artaud, que desde nuestro Centro de Investigación Escénica entretejemos intimidades en la esperanza de renovar utopías, forjar verdaderas amistades, aprender del trabajo de otros que no pueden esconder su talento y denunciar sin especulación la tremenda crueldad de aquel teatro. El Teatrito vs el teatro de la crueldad. David contra Goliat. Resorteras contra espadas. Lucha en la cual no siempre triunfa el que tiene la razón, pero bien vale intentarlo.
El marginado es ese personaje que parece sumergirse cada vez más en las sombras en condiciones de extremo dolor y de un vivir infrahumano, donde desarraigo y falta de pertenencia son las coordenadas de su horizonte, nos dice José Cueli. El marginado es, decimos nosotros, ese ser humano obligado a vaciarse de humanidad, arrinconado contra la muerte lenta, pasto de las ocurrencias de mercachifles de todo tipo que intercambian vida de otros, por dinero o, por posturas e imposturas que pretenden exculparse del vivir de otros. Colgados como hilachas de los esfuerzos de otros, de la creatividad de otros, de la intimidad de otros, son muy conscientes que el dinero no da, lo que la naturaleza les niega: talento. De allí tantos gestos y señales en tanto náufragos sin luminosidad.
Crueldad en la experiencia de la marginalidad, donde todo pareciera situarse en el margen, al margen, en las fronteras, en el exilio, en la exclusión, en la tierra de nadie, en el desarraigo, en la no pertenencia, en el no ha lugar de la ley, en la fragmentación. Y es precisamente en los márgenes, en las fronteras, cruzándolas, de aquí para allá y de allá para aquí, el ámbito en el cual desde hace tiempo sentamos nuestros reales y desde donde combatimos la exclusión y el desarraigo; alzando la visión para superar la fragmentación en la tierra de nadie sí, por olvidada; allí donde las instituciones hace tiempo renunciaron a fomentar cultura creando nuevos públicos críticos. Es allí donde el marginado entre el dolor y el desencuentro … sólo sabe de hambre y miseria. Allí en el teatro de la crueldad es que medimos el “éxito” de las instituciones que por desidia o incompetencia gestan, producen y crean acorde a las necesidades de sus propios grupos e intereses sólo dolor y desencuentro.
Es allí donde nuestro diálogo encuentra sentido como verdadero vehículo de transformación. Es en este teatro de la crueldad sin rendijas para escaparse donde elegimos aplicar nuestra creatividad sin más satisfacción que unir nuestros esfuerzos con todos aquellos que deseen futuro. Simplemente futuro, en tanto el presente parece aparcado en el teatro de la crueldad que se come al planeta. Es en relación a esta realidad, enorme y cruel, que nuestro teatrito, ha elegido intimar con la gente del barrio, con los vecinos, con todo aquel que tome distancia de los deslumbrantes escaparates de los mercachifles de la cultura que nutren al teatro de la crueldad. Ese teatro de los escenarios preparados para atraer dólares y despreciar pueblo.
Vivimos en un tiempo en el cual una civilización cargada de barbarie ha generado obstáculos enormes en su pretensión de ser líder de un proyecto efímero, y conservar su liderazgo prometiendo lo que no puede cumplir. En el ensalzamiento de sí misma la civilización cargada de barbarie, ha destruido cultura a diestra y siniestra para luego confiscarles los pedazos más atrayentes y hacerlos suyos con el mismo afán de lucro con que las destruyó. Este es el teatro de la crueldad, el que tomamos como referencia para evitar complicidades que no queremos compartir y denunciar todas las atrocidades que vemos y entendemos. Nos codeamos con él sin aceptar su crueldad y sólo para descubrir en su seno los sujetos que lo enterrarán. Porque no vemos todo, ni entendemos todo lo que vemos, cruzamos fronteras, investigamos, invitamos a todos los que nos ayuden desde sus diferentes perspectivas a identificar al teatro de la crueldad, sus infinitos matices, sus trampas, sus armas. Los recurrentes intercambios con compañeros de otras geografías lo atestiguan y demuestran que las transformaciones y los diálogos empezaron hace tiempo y en muchas partes como reacción ha ese teatro de la crueldad. 
Resistencia Artística contra la hipocresía y el olvido
MAR
Marzo 2010